"El arte es como el naranjo, que precisa un suelo y un clima adecuados para florecer y dar fruto." Hipólito Taine (1828-1893)

sábado, 30 de julio de 2011

Escultura de las 4 piedras



Playa las Flores, Piriapolis. 

  Pirlápolis es conocido como un territorio con energías magnéticas especiales. Para explicarlo, podemos remontarnos a la infancia y adolescencia de su creador, Francisco Piria, quien recibió de un tío suyo, en Italia, enseñanzas y conocimientos herméticos en la Kabajah y el Arte Real (Alquimia).      


 Piria (Jesuita, Alquimista, Cabalista) supo dejar registradas en Pirápolis las energías sutiles que los jesuitas y los constructores góticos generaban en sus templos y catedrales. Para ello planificó la cuidad en sus planos sobre la base de geometrías sagradas y precisas, y marcó los puntos esenciales con estatuas arquetípicas, como la de la virgen de los pescadores situada en la subida del Cerro San Antonio, para lograr la manifestación de energías altamente benéficas.

Luego de su experiencia por Europa, Piria regresa a su país natal, y decide realizar su “gran obra”: la creación de una ciudad-balneario totalmente diseñada por él, constituyéndose en una de las muy pocas ciudades del mundo que fueron pensadas previamente a su construcción. Seguramente fue cautivado por la belleza natural de la zona, con sus cerros rindiéndose ante el mar, pero su duda no fue éste el determinante que lo llevó precisamente aquí. Hay un ingrediente extra a tanta belleza y es la conjunción de fuertes puntos de energía que no pasaron desapercibidos para el fundador.

  No es novedad que en el planeta existen ciertos lugares que desde tiempos remotos llevaron a antiguas civilizaciones a construir sus templos y monumentos religiosos en puntos que potenciaban su poder por la energía que allí se concentraba. Este hecho responde simplemente a las radiaciones que emana la tierra desde su interior y su correspondencia cósmica, que provoca que en estos lugares haya vibraciones más altas de lo normal.

De esta forma la ciudad se encuentra situada sobre una gran fractura energética que libera energía telúrica desde Córdoba (Argentina), pasando por Salto, en la frontera con Uruguay, hasta Pirlápolis donde se interna en el mar. Vale resaltar que aquí es donde se encuentra el océano Atlántico y el Río de la plata equilibrando aguas dulces y saladas, una fuente de energía extra.

Hoy existe una ciencia que se encarga de medir estar radiaciones y vibraciones, la geobiología. Fue precisamente con conocimientos de esta técnica, conocida anteriormente como rabdomancia, que se encontraron en Piriápolis innumerables puntos de alta concentración energética. Esto de por sí provocó una grata sorpresa, pero lo más sorprendente fue encontrar que en cada lugar de fuerza Piria dejó un monumento, una construcción o un símbolo. ¿Por qué? O mejor dicho ¿Para qué? En realidad cada monumento y construcción es un símbolo en sí mismo. Existe una gran conexión entre ellos y todos representan una etapa en lo que constituye un camino iniciático. 
    
  Es asombroso descubrir en sus obras la obsesión por dejar plasmados sus conocimientos de Kabalah y Alquimia, diseñando una catedral a cielo abierto en un paseo, senderos y luminarias en un salón plagado de simbología y colores alquímicos, una iglesia que nunca fue, un castillo entre las sierras de cuya arquitectura se desprende un sinfín de mensajes. En el trazado original de la ciudad, cada manzana fue diseñada para que sus calles formaran un árbol de la vida. Sus monumentos representan en su conjunto el tránsito a la era de Acuario. Sus obras arquitectónicas son templos en sí mismas. Tal vez la más impresionante sea la del Argentino hotel, símbolo viviente del misticismo que encierra la ciudad, donde a cada paso se encuentra un misterio por descubrir, un velo por levantar.

       Están todos invitados a descubrir la realidad energética de la ciudad, a recorrer sus caminos abriendo nuestros corazones y pulmones a la hermosa naturaleza y al especial aire puro que aquí se respira. La tierra generosa muestra sus senderos, el fuego tibio del sol reconforta el alma y el agua cristalina renueva el cuerpo de la manera más sutil en esta magnífica conjunción de propiedades naturales, tanto geológicas, como forestales y geomagnéticas


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